Era mujer, y fue de pequeña a la Escuela Coránica. Después estudió para maestra, y desde su aula enseñaba a las niñas y niños el entendimiento, la concordia y el felicísimo sabor de la paz.
Era miembro de una tribu de las montañas próximas a la ciudad. Conservaba la caricia del caballo y la semilla de los prados en su corazón.
Era creyente, mujer y árabe. Era el goce de la vida. Después llegó la barbarie.
Utilizamos cookies para asegurar que damos la mejor experiencia al usuario en nuestro sitio web. Puedes personalizar tu experiencia aquí. Si quieres saber más, lee nuestra Política de Cookies
En esta ventana puedes configurar las cookies que quieres aceptar. Recuerda que en todo momento, puedes acceder a nuestra Política de Cookies